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A Patrick Drahi, dueño de Altice y, por tanto, de Intelcia

Hemos experimentado pocos cambios (a mejor) en cuanto a la política de la empresa desde que el cortijo se llama Intelcia. Hay más precariedad que nunca, eso sí, y, al mismo tiempo, los beneficios de los accionistas son récord por segundo año consecutivo.

Ya estamos comprobando que el teletrabajo no ha venido para quedarse. Es una falsa promesa, como otras tantas. La que salía en aquellos videos vomitivos diciendo que éramos #heroes y haciendo palmitas ya se largó con su pasta. Que se lo pregunten si no a los compañeros y compañeras de Iberdrola, que a punto han estado de volver todos en bloque a presencial, y que se pasarán el verano a la espera de lo que ocurra en septiembre. Intelcia, para no pagar un euro y conseguir esos beneficios récord, siguesosteniendo que se rigen por la normativa COVID, pero no dudéis que en el momento que calculen que les sale más rentable quitar el teletrabajo, aunque no se oponga el
cliente, lo corten de raíz.

Esta gente de Intelcia es muy imaginativa. Por ejemplo, a las personas que trabajan en Senegal sí les han dado un ordenador para teletrabajar durante la pandemia; lo que pasa es que se lo han ido descontando de la nómina en “cómodos” plazos. Uno no se hace rico repartiendo sonrisas. En Madrid, por ejemplo, ya solo contratan trabajadores propios con contratos de sustitución de muy dudosa legalidad; unos contratos que no dan derecho a ser indefinido nunca, aunque estés así 20 años, y que tampoco dan derecho a indemnización cuando se acabe. En cuanto al resto de nuevas contrataciones, son también temporales: los eventuales de siempre, ilegales también, tanto de empresa como de ETT.

Hablando de la gente de ETT: a muchas personas las despiden después de tres semanas de formación sin pagarles un euro, y con la perdida de tiempo o de oportunidades que eso supone para encontrar otro empleo. Y si te contratan la cosa tampoco mejora: los contratos de ETT los acaban cuando les da la gana, de un día para otro, y no en la fecha acordada, lo que es ilegal también. Por otra parte, tampoco se está pagando correctamente a las personas de ETT. Se le sisan cantidades que casi nunca consiguen recuperar. ¿Quién se beneficia de este desbarajuste constante? ¿Intelcia? ¿Las ETTs?

¿Se benefician ambas y van a comisión?

Si el Unísono de María del Pino era igual a precariedad, el Intelcia de Drahi es como el Costa Cruceros: “Bienvenidos a la precariedad al cuadrado”.

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